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EVOLUCIÓN HISTÓRICA TIANGUIS DE SAN MARTÍN TEXMELUCAN, PUEBLA.

El Tianguis del municipio de San Martín Texmelucan es el de mayores dimensiones en el Estado de Puebla y muy posiblemente de México y Latinoamérica. Cada martes convergen cientos de mayoristas y miles de compradores que en temporadas altas llegan a sumar más de 60 mil personas, que en un solo día efectúan incontables intercambios comerciales.

Los tianguistas y los compradores llegan de todas partes de la república Mexicana, principalmente del centro, sur y sureste, reportándose igualmente, gentes de Centroamérica. Llegan en autobuses especiales de turismo y de líneas foráneas con salidas específicas a este destino.

Se trata de un complejo conjunto de grandes tianguis: de ropa por mayoreo y medio mayoreo; calzado; frutas y verduras; semillas; alimentos preparados; introducción de ganado; implementos agrícolas; automotriz y de pulgas.

Desde 1994 esta ubicado, al oriente de la cabecera municipal, a medio kilómetro del centro; en anteriores predios ejidales de la localidad conurbada de San Lucas Atoyatenco, a un costado de la carretera a Tlaxcala.

Es un tianguis perfectamente intercomunicado por la infraestructura de autopistas y vías libres de la red carretera nacional, que lo conecta con todos los destinos importantes del país.

Los orígenes del Tianguis Municipal se encuentran en la base histórica de la vocación mercantil de San Martín Texmelucan. El comercio ha sido una de las ramas productivas tradicionales de la ciudad.


Desde la llegada de los primeros colonizadores españoles por las décadas de 1560-1570 hubo necesidad entre los hacendados y rancheros de abastecerse de insumos.

La apertura del Camino Real México – Veracruz con itinerario por Puebla sustentó el intercambio comercial entre viajeros y colonos de las ventas y postas asentadas en el Valle de Texmelucan.

Desde finales del siglo XVI el pueblo se posicionó como punto concéntrico entre los pueblos de la región, y los habitantes de San Martin fomentaron el intercambio de mercancías.

Las compraventas se desarrollaban en la Plaza de Armas (hoy Parque Hidalgo). Su importancia adquirió tal magnitud que para finales del siglo XVII y hasta el primer tercio del siglo XIX el gobierno no virreinal instalo una Garita para el cobro del transporte de mercancías (Una especie de aduana) convirtiendo a San Martin en un Pueblo de Alcabalas.

Los productos que se comercializaban eran principalmente agropecuarios: chile verde y seco; trigo y harinas; maíz; verduras; carbón; pulque; leña; cuero e insumos para las haciendas y ranchos. Los comerciantes del Consulado de México importaban para la región los productos que aquí estaban prohibidos como los paños, la pólvora y otros.

A este tianguis asistían los comerciantes y campesinos de los pueblos de la región de los volcanes y aquí se abastecían los caminantes, diligencias, milicias y viajeros de México a Veracruz.

Sin precisar cuando ocurrió, para 1780 – 1800 se han institucionalizado los días martes para implementos y los viernes para alimentos. Y la esfera de influencia es tal, que el edificio de la parroquia de San Martín Obispo es costeado en gran parte, con las limosnas que se consiguen entre vendedores y compradores. Se constituyen cofradías y asociaciones religiosas entre los tianguistas.

Con la guerra de independencia , el asedio constante al pueblo y la destrucción de caminos causo la desaparición de la Garita de Alcabalas y obstaculizo por un buen tiempo el libre intercambio, pero la importancia mercantil a nivel regional no se perdió.

El comercio en la Plaza de Armas creció en proporciones desiguales a la infraestructura de la Ciudad y para 1900 representaba ya un problema serio para las autoridades municipales.

Al iniciar el siglo XX, el municipio tenia una población de 14,315 habitantes; en la ciudad había apenas 3,374; era una comunidad pequeña con dos escuelas primarias, un teatro y una mancha urbana, que abarcaba lo que hoy es el Centro Histórico, aproximadamente.



Los días de plaza se efectuaban los martes, viernes y el domingo; el primero de estos era el importante como hasta ahora. El cobro de derechos representaba para el Ayuntamiento un ingreso imperativo para satisfacer necesidades públicas.

De todas las ramas económicas habidas en el registro de ingresos del Ayuntamiento, el Tianguis o Mercado resultaba ser el mas satisfactorio por que erogaba muy poco e ingresaba bastante numerario.

Durante la primera década de este siglo los proyectos de electrificación empedrado, agua potable, línea telefónica, y otras mejoras materiales hacia el progreso, estaban condicionadas al éxito que tuviesen las autoridades municipales en la administración y cobro del tianguis.

En 1903 el Presidente Municipal Ignacio Téllez hace una minuciosa descripción de lo que fue el mercado y lo que representaba para el municipio y su sociedad.

“ha surgido la imperiosa necesidad de un mercado que llene las exigencias de la población. Día a día se acentúa la marcha progresiva de Texmelucan, las vetustas casas se están transformando en cómodas habitaciones, la población se ensancha y cada día que pasa aumenta el comercio ; las transacciones que se verifican los días martes al intemperie y motivadas por ser día de plaza requiere protección contra los elementos de la naturaleza.

La pequeña plazoleta central y que hasta ahora sirve de mercado, es además insuficiente para el comercio, para el trafico, inadecuada para el objeto al que actualmente se le destina.

En la época de calores se hace intolerable la atmósfera con la aglomeración de gente y lo incomodo de las sombras que se colocan al frente de los puestos; en la estación de lluvias el aspecto de nuestra plaza es desolador, los baches abundan, los puestos diferentes se ven sobrenadar y los compradores al guarnecerse de la lluvia y evitar el lodo no verifican sus compras como deberían”.

Antes de 1917 y ante la imposibilidad de construir un edificio para un mercado funcional, la autoridad municipal implementó acciones para regular el comercio, el tráfico y la imagen de la plaza; cada año se publicaba el Bando de Policía y Buen Gobierno, mismo que con pequeñas reformas o adiciones siempre incluían artículos que prohibían entre otras cosas: vender todo tipo e alimento insano, introducir carne de animal muerto por enfermedad, frutas descompuestas, agujerear el piso para poner manteados o parasoles; dar pastura a los caballos; transitar armado por la plaza; ocupar mayor espacio otorgado por el inspector; estorbar con carga y descarga; tránsito de carros, carretas y carretillas por los costados de la plaza los días de tianguis, y todo tipo de actos que atentaran contra la moral y decoro de a sociedad; los infractores eran penalizados económicamente o con días de arresto.

Para el cuidado de la imagen pública, el Ayuntamiento obligaban a los comerciantes a construir jacalones con techo de tajamanil , barnizado con pintura de aceite y los costados de manta blanca, no permitían colocar respaldos por que atrás se cometían abusos y actos indecorosos.

El comercio en la plaza se hizo insoportable para 1917 y en un intento por darle solución, el Presidente Baraquiel Flores Castillo permitió que se instalaran en los patios, de la Estación de Ferrocarril Interoceánico, acción que no fue tolerada por la Superintendencia de los Ferrocarriles Constitucionalistas de México, exigiendo la expulsión de los comerciantes.

De hecho al año de 1917 es un año sumamente importante para la historia de San Martín y de la futura evolución del tianguis. Con gestiones del General Domingo Arenas y sus ideas agraristas logró que le empresario y hacendado español Marcelino G Presno fraccionara el terreno “Xolalpan” ubicado al oriente de la ciudad, cediendo al Ayuntamiento todas las calles resultantes del fraccionamiento y un terreno destinado exclusivamente para construir el mercado público.

El 18 de Noviembre de 1917, inauguró al mediodía el “Mercado Vicente Guerrero”. Pero el problema el mercado solo se había trasladado de lugar, ahora, el nuevo terreno más grande, lleno de jacalones y cada martes , viernes y domingo, un área llamada tianguis se congestionaba con la llegada de numerosos comerciantes y compradores.

Esta situación se mantuvo sin variaciones hasta el año de 1928, en que se hicieron avances significativos. Al parecer el nuevo sitio quedaba “demasiado lejos” para la ciudadanía que no concurría a él, hecho que favoreció el crecimiento y proliferación de ambulantes, sobre todo en las calles 5 de Mayo e Hidalgo.



Las autoridades municipales propusieron una nueva reubicación del tianguis para trasladarlo a los terrenos despoblados de los ejidos conocidos como la “Ixtla” (hoy colonia Morelos), en el sitio que alguna vez sirvió de pista de aterrizaje.

Entre 1928 y 1937 se construyó el Mercado Municipal Domingo Arenas; pero desde el inicio hubo problemas entre los locatarios de puestos fijos y los que ocupaban el área de tianguis, más los conflictos con los ambulantes que ocupaban los martes y viernes las calles aledañas al mercado.

Las décadas de 1950 y 1960 consolidan la trascendencia del comercio en la ciudad, con la característica de que los ambulantes se han posicionado del tianguis en dos días a la semana, y se perfila la especialización de productos: ropa y calzado los martes, y verduras los viernes.

Las décadas de 1970 y 1980 con los cambios socioeconómicos del país, crecen las actividades mercantiles informales y el ambulantaje toma posesión de las calles aledañas al Mercado domingo Arenas y se desbordan a las céntricas de la ciudad de San Martín.

La competencia desleal hace su parición y van a la baja las ventas de los locatarios del mercado municipal y comerciantes establecidos, que optan por salir a las calles y banquetas de los frentes de sus casa y negociaciones.

Surgen la primeras agrupaciones en defensa de los ambulantes, que chocan con los intereses de los locatarios del mercado y con las cámaras para los comerciantes establecidos. La autoridad municipal sigue usufructuando los beneficios por derechos de piso y comercio; pero comienza a ser rebasada en la gobernabilidad y control de tianguistas y ambulantes.

Entre 1980 y 1990 el tianguis semanal de la Ciudad de San martín Texmelucan se ha especializado en la venta de ropa por mayoreo y medio mayoreo y zapato, y se refuerza la combinación con otras mercaderías como la venta de insumos agrícolas, abarrotes, alimentos y de pulgas.

Los comerciantes intermediarios han sido sustituidos o desplazados por los fabricantes directos de la ropa, que abaratan aún más los costos de compra y consolidan esa cualidad como la principal atracción para los compradores, pues el margen de sus ganancias es tan generoso que pueden realizar operaciones como submayoristas y revendedores de primera instancia.

La evolución natural del tianguis aprovecha la incapacidad de la infraestructura económica del municipio responder a la demanda de empleo de la población y en gran número de desempleados se incorporan al sector informal un gran numero de desempleados en busca de un medio de subsistencia y mejoramiento en sus condiciones de vida. La creciente migración del campo a la ciudad y las consecuencias acelera el proceso.

En 1987 en tianguis ambulante que se realiza en San Martin Texmelucan abarca 35 calles de extensión en las cuales se efectuaban toda clase de giros comerciales, la población de vendedores era superior a los 5 mil y los compradores a diez mil.

Los conflictos en el área fueron provocados por la saturación y concentración de las actividades de comercialización, ya que los tianguistas que llegaban distribuían sus productos en las aceras de las calles y en puestos improvisados y ubicados desordenadamente; repercutiendo a la circulación peatonal y vehicular, ya que estos son de tamaños y medidas desiguales.

La funcionalidad anárquica del tianguis, que ya era completamente de ambulantes provocaba una serie de problemas como: contaminación ambiental, grandes cantidades de basura, altos decibeles de ruidos y sonidos, inseguridad individual tanto de vendedores como de compradores por el hecho de que la vigilancia policíaca era insuficiente, asimismo proliferan los robos, atropellos y accidentes, e ingobernabilidad.

Los resultados y consecuencias sociales, económicas y políticas tomaron magnitudes lamentables e inesperadas; había que dar solución gubernamental y política al asunto.






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“EL QUEHACER Y LOS TÓPICOS DEL CRONISTA”

La tarea y trabajo de un Cronista es de las pocas vocaciones de servicio a la sociedad que a pesar de tener tanta importancia en la integración de la identidad individual y colectiva del municipio y la región, carece de instrumentos y herramientas que le permitan desarrollarla con eficacia y eficiencia; sobre todo cuando este camino largo y difícil comienza a recorrerse.

Este artículo es un intento de contribuir con los nuevos compañeros cronistas, en su formación y de los criterios que debe establecer para identificar cuál es el “Quehacer y las Temáticas a Trabajar por el Cronista”.

Me he sustentado en la experiencia de ejercer la labor de Cronista Municipal por más de veinte años, en un municipio y ciudad, dinámicos y trascendentales, como es el Municipio de San Martín Texmelucan y su cabecera.

Debo comenzar por hacer una diferenciación que considero fundamental y prioritaria en el quehacer del cronista. Hacemos Crónica Actual, que es la que vivimos en nuestro espacio y en tiempo, con el objetivo fundamental de dejar testimonio fehaciente del diario acontecer, mismo que será valorada e interpretada por las generaciones e investigadores del futuro.


Así mismo hacemos Crónica Retrospectiva para dar luz y respuesta a todas las interrogantes que nos plantean los antecedentes de la historia de nuestras localidades. No es un trabajo historia en su acepción científica, es indagatoria meticulosa que arroja datos valiosos para comprender muchas situaciones o hechos que carecen de información.

Nos confundimos con el trabajo del historiador por la inercia de las necesidades de nuestro pueblo, principalmente de la comunidad estudiantil; maestros y alumnos quienes son urgidos por las nuevas materias escolares a responderse preguntas del cómo y del por qué de tantas cosas, hechos y objetos del pueblo, de la ciudad o del municipio, y de los cuales no se tienen mayores antecedentes.

Sin embargo, es sano e imprescindible remarcar que de las dos vertientes a que nos vemos sometidos, es la Crónica Actual la que nos debe ocupar la mayor parte del tiempo de nuestro trabajo. Esa es nuestra prioridad; este oficio no admite misterios, esta delimitado.

“La Crónica es crónica”, y es la crónica de nuestro momento y de nuestra realidad social; no debemos olvidar esa máxima.

Aclarada esa diferenciación paso a comentar que el “Quehacer del Cronista está comprometido a la extensión y delimitación de su pueblo, de su municipio, de su región; es la crónica de su patria chica, de lo más inmediato a él.



¿CRÓNICA PARA QUIÉN, Y PARA QUÉ?

Su trabajo es escribir para los suyos, para la gente de su localidad, es para ellos a quien debe ofrecer su vocación y servicio. Debe tener respeto por lo que atestigua; a pesar e que se confunda con el trabajo del historiador, del periodista o del narrador.

Y cuando escribe para los suyos lo hace con apego a la objetividad de los hechos o sucesos, tratando de ser puntual en las características del cómo sucedió; sin mayor intención que la de ser fedatario certero y verdadero.

Esto es muy difícil al principio, pues todos somos subjetivos por la misma formación sociocultural que tenemos; luego con disciplina y ética logramos trasladar las versiones sin retoques de prejuicios o apreciaciones personales o sugeridas por los actores o involucrados.

Otra situación que no debe pasar desapercibida por el Cronista es la interrelación regional, nacional o internacional de los sucesos y hechos que narra o testimonia.

Es decir, todo está conectado en la realidad social, nada que ocurra está aislado del todo. Menos ahora que estamos en el tiempo de la globalización, y en que lo que ocurre en otros territorios o ámbitos nos afecta indirecta o directamente, ahora o después, en mediano o largo plazo.




Se hace crónica para responder ahora y en este tiempo, en el conocimiento y apreciación de la realidad social, del comportamiento y actitud de nuestra gente y del pueblo en general. Escribimos para dejar a la posteridad los usos y las costumbres, viejas y nuevas que se manifiestan en el momento que nos ha tocado vivir.

En nuestras localidades están sucediendo cambios sociales de manera acelerada y tan complejos que es necesario fijarse bien en ellos y asentarlos en la crónica del diario acontecer para que no se pierdan de la memoria colectiva, pues tal vez estemos testificando el nacimiento de una nueva etnicidad o mexicanidad.

Ahora bien, ¿que se le pide al Cronista como trabajo inmediato?

Las autoridades municipales; las escolares; las asociaciones civiles, religiosas y deportivas; y la sociedad civil en general, piden sin exigir, que se escriba y se de información de los personajes distinguidos o “ilustres”, de los monumentos, de los puentes, de las plazas, de los mercados, de los tianguis, de las haciendas, de los ríos, de las plantas y animales que hay en el territorio, de las autoridades pasadas, de las danzas, de los cuentos y leyendas locales, de las fincas antiguas, de las barrancas, de los artistas locales, de los corridos, de los escudos.

En fin de todo aquello que les ayude a encontrarse consigo mismo y con su historia individual y colectiva.


Es la necesidad de conocerse y tener la satisfacción de saberse con “linaje” o con una tradición histórica que les dé personalidad, orgullo e identificación.


QUÉ HACER PARA LA CRÓNICA ACTUAL.

Para hacer Crónica Actual sugiero los siguientes tópicos:

• Ser observador objetivo constante y en todo momento de su medio y de su gente, para hacer la descripción de los actos y conductas que manifiestan en su vida común y en los sucesos extraordinarios.
• Identificar la conexión de los sucesos locales con los regionales y nacionales; para ello habrá de estar al tanto de los medios noticiosos.
• Sostener una relación y posición social y política, tanto con las autoridades y sociedad en general, con un alto grado de apertura y neutralidad, con la finalidad de no verse entorpecido u obstaculizado en la continuidad de sus labores.
• Identificar el sentir de la sociedad actual, de cuáles son los sucesos o manifestaciones sociales que la memoria colectiva desea conservar a la posteridad.
• Con amplio y bien informado criterio personal definir los asuntos, hechos o manifestaciones sociales que deben ser anotados en la crónica del diario acontecer, que la sociedad ha desechado de manera anticipada, pero su trascendencia e implicaciones es de tal magnitud que son imprescindibles para la posteridad.
• Abstenerse lo más posible de la atracción y seducción de la Crónica Retrospectiva por conseguir de manera vana la fama y no del servicio de las ediciones y monografías.
• Tener como herramientas de trabajo, la cámara fotográfica, la grabadora, la libreta de apuntes y todo lo que tecnológicamente nos ayude a dejar testimonios de la realidad social presente.


¿QUE HACER PARA LA CRÓNICA RETROS PECTIVA?

• Acudir a la información de primera mano: archivos municipales, parroquiales, privados, institucionales.
• Hacer revisiones bibliográficas y hemerográficas identificando y enlistando todas aquellas obras y centros de investigación que contengan datos para el municipio o localidad en cuestión
• Capacitarse de manera básica en la realización de investigaciones sociales, paleografía y archivonomía.
• Hacer entrevistas orales entre los adultos mayores de más edad y con pensamientos claros
• Asesorarse de historiadores, economistas y sociólogos
• Elegir los temas de mayor utilidad a su comunidad y acotarlas en el tiempo
• Dar a conocer los resultados de sus indagatorias a través de los medios disponibles
• Utilizar las nuevas tecnologías de investigación


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BREVE HISTORIA DEL HOTEL “LA GRANJA”

La vocación de San Martín Texmelucan para ofrecer hospedaje tiene raíz en sus propios orígenes. Desde el principio, el hecho de que, primero el pueblo y luego la ciudad hayan sido trazados a la vera del Camino Real México – Veracrúz sentó las bases para el surgimiento de una serie de establecimientos destinados al descanso de viajeros y comerciantes, reposición de carruajes y cambio de animales de tiro.

Se les llamó “ventas”; pasado el tiempo se conocieron como “postas”; posteriormente vendrían los “hostales” y en nuestros tiempos los “hoteles”. Cada denominación en sí es un concepto que es un conjunto de servicios.

Las “ventas” era un lugar perdido entre la montaña; lugar de refugio para evitar los saltadores del camino y sus servicios incluían un establo, cama de paja, y tal vez alimentos para reponer fuerzas. Las “postas” incluían reposición de caballos y carruaje, cuarto y cama con decencia para descansar, además de la venta de alimentos y otros servicios. Las ventas y postas son propias de los siglos XVI al XVIII.

Por su parte, el siglo XIX dará la bienvenida a los “hostales”. Es la versión más cercana al moderno hotel. Un sitio seguro, limpio, cómodo, con cuartos individuales, comedor, y baño para el aseo personal; además de proporcionar servicio para reponer los carruajes, herrajes de los animales y caballerizas para dar descanso a las recuas. Generalmente estarán apostados a la orilla de un camino o vía de tráfico constante.


En el concepto de “Hostal” se dio el nacimiento del Hotel La Granja en el último tercio del siglo XIX. Sin embargo, para 1898 aparece en el padrón de establecimientos comerciales que pagaban sus contribuciones al Ayuntamiento de Texmelucan.

Surge justo en el momento de la “primera industrialización” de Texmelucan. Y al juzgar por el registro de sus ocupantes, en su mayoría son comerciantes que llegan de la Ciudad de México, Veracrúz y Puebla, por vía del Ferrocarril Interoceánico, y que viene a negociar las semillas de los hacendados y las mantas de las fábricas textiles “San Martín” y “El Pilar”.

Fue ubicado en la confluencia que hacían el camino Nacional México – Puebla y el carril que conducía a la Estación del Ferrocarril. Posición que lo consolidó en la preferencia de los viajeros, pues captaba tanto a los automovilistas como los usuarios del tren, fundamentalmente. Además su cercanía con el Palacio Municipal, la Plaza, y los templos católicos era un beneficio mayor de seguridad y comodidad para sus huéspedes.

Con la puesta en marcha en 1920 de la carretera petrolizada México- Puebla el Hotel registra su mayor expansión en cuanto al número de cuartos en servicio. Pronto obligó el cierre de antiguos hostales ubicados en sus cercanías.

Entre 1930 y 1945 vive la época dorada del turismo extranjero; principalmente del norteamericano que se dirigían al sur y sureste del país. En las viejas guías e itinerarios de viajeros el nombre del Hotel La Granja como sugerencia obligada.

En la “segunda industrialización” de Texmelucan ocurrida entre 1960 y 1983 el Hotel sigue vigente en su posicionamiento. Sin embrago, ha perdido preferencia por su escasa remodelación y por no introducirse en los nuevos conceptos del turismo moderno. A mediados de los años 90s y principios del siglo XXI el hotel ha perdido supremacía, y sin ideas innovadoras en el servicio parece sucumbir ante nuevos conceptos de hospedería.

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BREVE HISTORIA DEL ANTIGUO PALACIO MUNICIPAL


En el siglo XIX edificio constaba al inicio de dos casas ubicadas en el Camino Nacional a la salida rumbo a México; una era botica y la otra una tienda de tabacos. Sus dueños originales fueron la familia González Angulo.

El 13 de abril de 1831 la adquirió el ilustre Ayuntamiento por conducto de Don Julio Vicente Alcívar Síndico del pueblo y se dispuso instalar ahí la cárcel municipal.

En 1857 la casa vecina estaba hipotecada por el Fisco federal y el ayuntamiento pagó los mil quinientos pesos de deuda y se hizo propietario de un extensión mayor. En 1898 la Presidencia Municipal se trasladó de una casona ubicada al frente de la plaza pública, a este edificio que había acondicionado para Palacio Municipal.

En 1900 nuevamente el Ayuntamiento bajo la presidencia de Enrique Quiróz hizo la compra de un terreno baldío extenso llamado la “alcantarilla” y que daba hasta la vía del ferrocarril, con la finalidad de albergar los corrales de la caballada de la Policía Rural y de un espacio para el mercado de la ciudad.

El frente de las casa fue restaurado en tiempos del Presidente Heriberto Genis, de la presidenta Luz María Martínez y de Ismael Rondero López. Sus diferentes espacios de oficinas fueron ampliaciones que se fueron construyendo entre 1954 y 1981.

El edificio además de haber sido Palacio Municipal, también sus instalaciones han servido para escuela en diferentes épocas; mercado público; sede para regimientos militares; gimnasio deportivo; salón de bailes donde tocaron las mejores orquestas del país; estadio de básquet bol profesional; centro de acopio; refugio temporal y recinto para informes de gobierno, entre otras utilidades públicas.

En 1962 se velaron los restos del héroe nacional “Ignacio Zaragoza”;
En 1968 recibió a la Antorcha Olímpica;
En 1985 recibió a Los Símbolos Patrios;
Diferentes Marchas Nacionales han pernotado aquí, con sus históricos personajes;
Miles de peregrinos encontraron refugio en el auditorio.
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BIOGRAFÍA MÍNIMA PROFRA. MARGARITA GÓMEZ SALAS.

Nació el 20 de octubre de 1920 en el pueblo de San Mateo Xalpa en el Distrito Federal. Sus padres fueron el Profesor Adolfo Gómez Garrido, originario de Tepeji del Río, y de la Profesora Lorenza Salas, originaria de San pablo Otoxtepec del D.F. Tuvo seis hermanos, Armando, Adolfo, Ildebrando, Humberto, Orpha y Elizabeth.

De San Mateo Xalpa, a la edad de tres meses, sus padres la llevaron a vivir a la Ciudad de México y luego de tres años se trasladaron a San Pablo Otoxtepec para que su padre se hiciera cargo como Director de la escuela primaria; da ahí a San Antonio de la Cal, Oaxaca, pues su papá era fundador de la escuelas normales rurales de México. A la edad de 7 años llegó a Xocoyucan, Tlaxcala.

Ahí en el Rancho denominado “Coyuapan” que significa abrevadero de coyotes, vivió una niñez feliz de acuerdo a la precariedades del campo y de la rigidez de una familia que profesaba el cristianismo evangélico. Su padre fue fraccionista de la ex hacienda de San Diego Xocoyucan y con cuatro varones y dos mujeres tuvieron que cultivar la 40 hectáreas de campo fértil.


En Popocatla estudió hasta el 4º grado de primaria; el 5º y 6º los cursó en la ciudad de México en la Escuela “Marie Curie” de la colonia Nativitas. Estudió allá la secundaria y el primer año de preparatoria; lamentablemente una enfermedad cancerosa de su mamá le impidió por seis años continuar sus estudios, dejando truncadas momentáneamente sus intenciones de ser ingeniera química.

Con grandes dificultades de regularización ingresó a la Escuela Normal Nacional y el 11 de julio de 1945 presentó su examen profesional para obtener el grado o título de Profesora de Educación Primaria. Se graduó junto con cuatrocientos compañeros más; lo que significaba un problema para dar empleo a todos.

La solución fue escalafonarlos; mecanismo que le fue de utilidad, pues ella había obtenido el quinto lugar en calificaciones, y con ello le llegó un nombramiento; al que renunció ante la posibilidad de colocarse en las Escuelas Prácticas de Agricultura. El 16 de enero de 1945 se integró a la Escuela Práctica de Agricultura de Champusco, localidad situada entre Atlixco y Matamoros. Nunca fue maestra de grupo en el nivel de primaria; llegó de inmediato al nivel profesional.

Nunca contrajo matrimonio, por no haber compaginado con compañeros que profesasen su mismo credo religioso. No obstante, se dio la oportunidad de apoyar como madre un niño al que ayudo hasta que se graduó como ingeniero agrónomo y al que casó con una joven de Guadalajara.



La escuela de agricultura para varones de Champusco fue un breve lapso en su carrera profesional; al año y medio la dejó a causa de la enfermedad del paludismo. De ahí se trasladó a Huichapan, Hidalgo; para regresar después a secundarias en Cholula, Puebla.

En 1953 llegó a San Martín Texmelucan como Subdirectora Honoraria en la Escuela Secundaria Federal “Rafael Ávila Camacho” (Dr. Alfonso Briseño Ríos) a la par que estudiaba la Normal Superior, siendo alumna fundadora de la especialidad de Biología.

El 30 de noviembre de 1959 presentó su examen profesional y obtuvo el grado de Maestra de Biología. El 12 de enero de 1967 la comisión Nacional Mixta de Escalafón le entregó el nombramiento de Subdirectora de Segunda Enseñanza con plaza en San Martín Texmelucan.

En 1978 dejó al Escuela Secundaria Federal 1, por que el 15 de agosto del mismo año el Departamento de Escuelas Secundarias Foráneas la comisionó para fundar y dirigir la Secundaria Federal 2 (“Maestro Rural”) manteniéndose hasta 1990 cuando se jubiló. Trabajó 45 años en la docencia; 37 de ellos, los dejó en beneficio de la sociedad y comunidad estudiantil de San Martín Texmelucan.


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